Covid-19 2020

Esto lo escribí al llevar casi el mes en cuarentena, hasta la fecha llevo 54 días. Les cuento esta pequeña historia para que sepan que son dichosos si tienen un hogar, si tienen familia, si tienen amigxs cerca, es un poco más fácil sobrellevar una pandemia con todas esas cosas cerca. La salud mental es muy importante en estas situaciones, reconozcan sus ansiedades y miedos y traten de trabajar en eso. Y sobretodo estén presente en sus realidades, muchas veces tenemos más privilegios que otrxs.
“Llevo veinte días encerrada en mi apartamento debido al coronavirus (COVID-19). Los primeros días me sentía contenta de no tener que volver al trabajo. En lo que pasaban los días, las ideas de cosas por hacer se me fueron acabando, leer, ver películas, escuchar música, limpiar mi closet, limpiar la casa, estudiar mandarín, incluso hacer un curso online sobre El Impacto de Enfermedades Infecciosas en Países Subdesarrollados. Sentía que ya lo había hecho todo.
He intentado contener mi ansiedad de estar encerrada manteniendo la mente ocupada en esas cosas, pero creo que inevitablemente el cuerpo es capaz de percibir el estrés y la ansiedad, aunque no lo este pensando voluntariamente.
Hoy necesitaba ir al supermercado, por suerte esos son de los pocos lugares que siguen abiertos. Me preparé para salir, abrigo, gorro, mascarilla y guantes de látex para evitar tocar cosas con mis manos. Salí de mi apartamento y al llegar a la puerta de mi edificio me di cuenta que estaba cerrada, esa puerta nunca antes la había visto cerrada. Tenía unos letreros y le tomé foto y utilicé mi celular para traducir lo que decía porque yo no leo caracteres chinos.
El letrero decía que la puerta había sido cerrada para evitar que personas que no viven en los apartamentos pudieran entrar y así evitar la propagación del virus. Se necesita una llave electrónica para poder abrir la puerta. Como nunca ésta puerta había estado cerrada, yo no tenía esa llave. Según el letrero decía que las personas que no la tuvieran podían ir a reclamarla a otro edificio. Pero por mi falta de conocimiento de los caracteres chinos, no sabía cómo llegar a ese edificio.
Me regresé a mi apartamento y comencé a llorar, sentía impotencia y frustración de no poder hacer algo tan simple como ir a un supermercado. De no poder atravesar esa puerta. Muchas veces me he sentido frustrada por no entender el idioma, pero sea como sea logro comunicarme. Eso no es nuevo para mí, lo que si era nuevo era la sensación de estar atrapada.
La palabra “Libertad” se utiliza en diversos aspectos y por lo tanto existen definiciones específicas. En China, siempre se habla sobre la falta de Libertad de Expresión, y lo vemos en leyes como la que se aprobó en el 2017 que prohíbe la publicación de contenidos en Internet que atenten contra “el honor nacional”. Así como la restricción de aplicaciones occidentales como Facebook, Twitter etc…
Para mí nunca ha sido extraño reconocer esa censura, y de hecho hay formas de evadirlas utilizando las redes privadas virtuales (VPN) así que nunca ha sido algo tan trágico para mí. Pero esta es la primera vez que no he tenido acceso al libre movimiento. Claro, en Honduras cuando sucedió el Golpe de Estado, lo viví. Pero esto es diferente, no sé cómo poner en palabras lo que se siente ver una puerta que es tan fácil de abrir, con apretar un botón, pero saber que si la atravieso no podré volver a entrar a mi hogar. El miedo que se siente quedar atrapada.
El hecho de vivir en un país como China, que está a más de 14,000km de distancia de lo que yo conozco y lo que es familiar para mí es difícil, salir de mi zona de confort a este nivel es algo que nunca había experimentado, y que me toca hasta la ultima fibra de mi ser.
Hoy al verme atrapada, sin poder atravesar esa puerta me sentía con el alma pesada, con el corazón chiquito, con dolor en todo mi cuerpo por tener las ganas de salir corriendo, miedo, y sentir que no hay nadie que pueda ayudarme en una situación tan vulnerable como esta y donde solo me tengo a mi misma y me veo obligada a sacar fuerzas desde lo más profundo de mi para poder sobrevivir, porque no solamente se trata de un virus, se trata de la salud mental de las personas y la manera en cómo nos afecta a todxs las restricciones, de cualquier tipo. Pero que en este caso son necesarias.
En China no hay embajada de Honduras, debido a la falta de relaciones diplomáticas, lo cual a mi me dificulta mil veces más cualquier situación. No tengo una embajada que me respalde, a mi no me va a venir a rescatar mi embajada en un avión así como a los gringos, o a los británicos o todo el resto de extranjeros que vive acá, yo me tengo a mi misma y ya.
Y estoy segura que así como me siento yo, así se sienten muchxs. Yo en lo personal me siento como en arresto domiciliario. Pero a pesar de tener días como el de hoy donde todo se vuelve más pesado, tengo la capacidad de reconocerme y a veces es necesario canalizar cualquier emoción de distintas formas, por eso la razón de escribir esto. La resiliencia es un factor importante para poder ser capaz de vivir este tipo de situaciones, pero claro hay personas con mas recursos psíquicos que otras para soportar o transitar lo que significa un encierro.
Creo que independientemente de esa resiliencia o no, estar encerrado deja secuelas en el cuerpo y en la mente. Y seguramente un impacto psicológico que vamos a sentir todxs por acá es el de sentir que hemos perdido el curso de la vida que estábamos llevando. Porque incluso, si logramos sobrevivir a este virus, reinsertarse al ritmo de vida al que estábamos acostumbrados antes no va ser fácil. Pero estoy consciente que si este sacrificio no se hubiera hecho el número de muertes y contagiados sería mucho más alto. Así que me repito todos los días, debo de tener paciencia y estoy segura que al salir de esto seré una mujer más fuerte”.

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