Recuerdos de una sonrisa

Hoy volví a atender a una paciente que vi por primera vez en el 2018. La recuerdo como una señora radiante, siempre sonriente, agradecida y con un gran corazón. En cada consulta me llevaba galletas, jugos o cualquier cosa que mostrara lo agradecida que se sentía. Al encontrarnos en la silla dental, le sonreí y la saludé con entusiasmo tras seis años de no verla.

Sin embargo, su respuesta fue distinta; no me reconoció. En ese momento no pensé nada negativo y continué con mi trabajo. Al finalizar, me di cuenta de que se movía en silla de ruedas, acompañada por alguien que la asistía y que le ayudaba a comunicarse.

No quise preguntar qué le había sucedido, pero era evidente que ya no era la misma. Al despedirnos, le sonreí y le dije adiós; ella me respondió con una sonrisa y con un gesto en la mano. Quiero creer que por un instante, pudo recordarme.

Más tarde, mi asistente me informó que la paciente había sufrido un derrame cerebral hace un año. Me invadió una profunda tristeza al recordar su alegría y el cariño que siempre mostraba en mis consultas y ahora ver que no puede comunicarse por sí misma. 

A menudo, la barrera del idioma dificulta las relaciones cercanas con los pacientes. Sin embargo, hay quienes, a pesar de esa dificultad, logran establecer interacciones especiales que me hacen valorar mi trabajo. Ella es una de esas personas; su alegría y paciencia en cada consulta me hicieron recordarla hoy con tanto cariño, incluso si ella ya no me recuerda. 

Comentarios

  1. Somos como flores silvestres, hoy estamos radiantes y de pronto marchitos, no deberiamos olvidar eso, pero creemos que seremos eternos

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